En toda sociedad, el hombre está vinculado a ciertas normas
de conducta que son generadas por la conciencia social, educación, costumbres y
tradiciones. Estas normas se rigen bajo la ética, que se define como el
conjunto de principios que regulan las actividades humanas.
Dicho de otro modo, nos da las pautas para determinar nuestro actuar, si este es el correcto o no.
En el ejercicio de la ética surgen distintas disyuntivas o dudas que pueden cuestionar si el actuar es el adecuado; básicamente nos cuestiona el tomar la decisión si se hacen lo correcto o lo que es más fácil y cómodo; estos cuestionamientos se denominan Dilemas Éticos.
Un dilema es un argumento que está formado por dos
proposiciones contrarias y disyuntivas: al conceder o negar cualquiera de estas
dos proposiciones, queda demostrado aquello que se quería probar, y pone a un
individuo en una situación de duda, debatiéndose entre dos alternativas, las
cuales pueden ser completamente aceptables o no.
De acuerdo con Salinas (2019), en el dilema, se plantea una
situación en la que se presenta un conflicto de valores, ya que el problema puede
tener varias soluciones que entran en conflicto unas con otras. Esta dificultad
para elegir una solución obliga a un razonamiento ético sobre los valores que
están en juego, exigiendo un análisis serio y una reflexión profunda sobre el
grado de importancia que se da a los valores morales.
Víctor Claudio (miembro del Comité Permanente de Ética de la
Federación de Asociaciones de Psicólogos), citado por Salinas (2019), establece
que un dilema ético surge del conflicto entre procesos morales, éticos y
emocionales, y las normas jurídicas, sin embargo, todas las opciones posibles
deben ser hechas, pero hay una imposibilidad para su ejecución.
El objetivo es encontrar una solución a esos dilemas que se traduzca en un equilibrio, ya que para ello intervienen aspectos personales y las soluciones planteadas para la resolución varían de persona en persona.
RESOLUCIÓN DE DILEMAS Y/O CONLFICTOS
Para la resolución de dilemas, es importante llevar a cabo una mediación, la cual se define como un proceso voluntario en el que dos o más partes involucradas en un conflicto trabajan con un profesional imparcial, el mediador, para generar sus propias soluciones para resolver sus diferencias, buscando una solución válida para ambas partes. (Salinas, 2019). Para ello, todas las partes comparten su punto de vista y el mediador hace preguntas a fin de asegurar un entendimiento claro de todas las cuestiones relevantes para las partes, de sus intereses, y posiciones.
Dicho de otro modo, consiste en la colaboración de varias partes enfrentadas para alcanzar un acuerdo que resuelva un conflicto mutuo. Para ello se requiere una tercera parte que juega el papel de mediador, que se encarga de articular la argumentación y negociación de ambas versiones del problema para llegar a una solución mediante el consenso.
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